viernes, 3 de agosto de 2007

Creo que sentí algunas palabras hoy, el silencioso genocidio de los pueblos originarios, triste, jazz, sombra, sublime y aumento. En mi cansancio nocturno el silencio fue una sombra que me persiguió hasta sentarme. Es que te vi un poco triste sin el jazz rozando esa espera del transbordador, como todo el pueblo menos vos. Esos segundos, esos segundos rojos y planos, verticales de paciencia, dulzura inconfundible de lo sublime, exquisitez originaria de los mates. Que rico caramelo debes haber estado disfrutando…Genocidio del recuerdo al verla esperar, ya no sé si te vi o la ficción me miraba de reojo.

Mentían ya las brújulas del patio. Presagios, dureza, escalofriante desahogo con mocos y pañuelos. Trivial encuentro de dos letras, dos trelas de, las dostrede, dedostrales. Manías revolviendo en el tacho el sobre de papel madera abollado. Cartas, cicutas y babas, todo lo prescripto. Fuera la fuerza débil del engaño, parsimonia cabalgando sobre Troya que se derrumba ante su funda de oropel hermoso y sensato del armario. Cientos de místicos sentimientos aguardando al héroe que ha de regresar del baño cuando las fieras hayan bebido hasta las lágrimas pasadas por tierra. Miles de armas derrotadas por el espanto espontáneo del portazo, barcos gimiendo al encallar sobre arenas ensangrentadas llegando a la mesa. Y así dijo que sería, no el dios, no el hombre, no la guerra ni el amor, así dijo que sería su voz, temblorosamente herida por sus propias manos en la habitación, sus penas finamente golpeadas por el aletargado almohadón. No el odio, ni la venganza de la ventana, ni el misterio ni la cruel magia del cielo nubloso escapando de los corceles del viento frío. Así dijo que callaría su voz en ruinas ante el desencuentro de las sábanas. Así dijo una palabra que valdría como su voz, así su voz quedó perdida entre los muros laberínticos de las imágenes que eran su Troya, una palabra ideal que se derrumba ante la música del recuerdo.

Pero no era que nada puede encontrarse?... pero no era que era un desconcierto de libertades?.... pero no habíamos salido del encierro para hundirnos en el encantador sueño de los locos sin horas?...

Despistados sobre los nervios que brotan de la vereda, amansados por las nubes que se alejan hacia la borrachera de la noche tenue, concurrida, comprada y esclava. Viajes que deterioran cada día más el recuerdo de las decisiones importantes. Náufragos y huérfanos con elementales coincidencias animales. Misiones de ojos trazando el juicio hacia el infinito, que de pronto vuelve a complacer nuestras realidades de jóvenes rebeldes y callados. El fuego catártico gimiendo sobre los umbrales verdes carcomidos por la moda de los pueblos injerentes. Vacíos ya los cosmo-quilombos, solo parece restar como excusa la borra de ese café frío recalentado para abolir la idea del ser instantáneo. Sentimientos... perdurabilidad, permeabilidad, en granos y batido... Una lágrima por favor!!!... Sírvase de ese pocillo, un pozo pequeño y sin pretensiones ni delirios, que has de saber que nadie cuida el destino, ni menos aún los que lo aspiran.

20 noches de salvaguarda, marionetas que descubren sus hilos añejados y débiles. Te contaría mi página, no sabes cuanto ignoro tus letras, pondría en una pecera a Bessie, pero no podría mirar esa ave sin que llore. Dudaría, sentado en la superficie, dudaría de que escribes, me sumergiría en la pecera y escribiría que dudas. Pero nada más que esa triste mañana del ocaso, en la que te volvías alegre y con ello yo empezaba mi día. Hasta me parece estar tocando esta canción de nuevo…como si Miles, Parker o Coltrane lo supieran, supieran de antemano que ocurrirá cuando salga de la pecera. Me quedo, porque aquí tampoco habrá historia, solo alguien que me cuenta sueños.