domingo, 1 de junio de 2008

Eros y Ludus

"SI DE LA MEMORIA
NO ME ACORDARA
Y, LO QUE RECUERDO,
NO ME ASUSTARA...
SI TÚ QUISIERAS
COMO YO QUIERO...
SI FUERA BONITO
TODO LO QUE ESCRIBO..."

Enrique Ortiz



Escapaba. Creo que tenía pegado a la suela del zapato una guirnalda de fiesta. Me senté en un banco de plaza dejando evaporar el sudor etílico, estirando los brazos en el respaldar. Mi camisa se adhería a la piel queriendo confundirse con mis células. Sentía en la boca pastosa el regusto del beso de vidrio, de cabellera rizada sobre los hombros, de los ojos inyectados en sangre de lobo. Canturree algo, una canción triste. Vi esa cara repetida, ese gesto de ojos que se cierran al besar. Otra vez esa cara. Me separé del mundo en un suspiro, en un aliento.

Quise mentirme por centésima vez, y como toda respuesta mi cuerpo dio un temblor. ¿Por qué no volvía a casa? ¿Qué hacía allí? ¿Por qué había dicho eso que ahora me sonaba tan estúpido? Y que excusas tan ingenuas para escapar…

Recé al sol a ver si me daba revancha. Implore a la madre de todos los árboles que esto se acabara, que me dejara en paz ese murmullo. Lo siento, no quise hacerlo.

Nadie me avisó que el placer esconde un vuelto de insomnio. Que en las acrobacias reales no hay red. El árbol cae en el bosque, sin que nadie lo oiga. Si todos caen al mismo tiempo tampoco escucharás su ruido. Que existe la soledad en la multitud y que se te amarra al pescuezo, hermosa y salvaje, como dogal de verdugo.

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