martes, 24 de febrero de 2009

Warlord


Mientras la infantería se atrinchera, un feroz ataque vomita fuego.
Ataque por aire, tierra y mar. Poderosas armas, el enemigo dispara.
Jornada de sangre y el enemigo sin piedad, seguro en su objetivo.
Objetivo desconocido para mi infantería, que peleará y peleará.
Tendremos quizás, una dolorosa muerte, pero luchando sin descanso.
En el frente se divisa el movimiento de tropas, apostadas en lo alto.
Amenazan con su poderío bélico, a la espera de una orden.
Macabro final llegará tras esa decisión, previa agonía moribunda.
Otra vez el miedo congela, quedando a merced del hostil adversario.
Cuando menos lo esperen, sus corazones se apagarán.
Opuesto a todo lo conocido, la infantería avanzará feroz.
Nadie en estas filas caerá en vano, su misión es clara.
Lucharán con fervor, guiados hacia un lejano horizonte.
Optarán por perseverar, pues lo único en sus mentes es ver el sol.
Cada paso es un temblor, florece el trágico temor.
Ubicados en campo abierto, olvidando todo lo aprendido.
Recuerdan sus deseos de paz, esta batalla los tiene agotados.
Ansían regresar a sus hogares, sin esta tristeza entre sus brazos.

Gran Señor de la Guerra, dame la sabiduría.
Necesito esa suerte de vencedor, para esta guerra sin cuarteles.
Una guerra que acabará por destruir a esta gran nación que gané en un juego de azar.
Victorioso azar, que una noche de otoño me entregó las llaves de la ciudad.
Una ciudad, que no estoy dispuesto a abandonar.

-Ese fue un golpe bien fuerte, todo lo confiamos a la suerte.
Dijo un soldado raso mientras veía mutilados a sus compañeros de pelotón.

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