martes, 8 de diciembre de 2009

Nada nos exterminará,
viejas bestias caminan a la extinción
y nuevas
y eruditas bestias
nos dirán qué hacer.
En instantes comenzará el dictado
Acérquense
el ritual es antiguo
como el recuerdo de los viejos dioses.
La tormenta verde es la señal.
La ciudad entera se entrega a la fiebre,
bellezas de El Cairo,
valkirias,
fibrosos hijos del África,
guerrilleros,
derviches
y toda clase de apóstatas
de religiones de la razón.
La ceremonia incluye naves
con arrugas de lejanos océanos
ancladas en los húmedos corales
de los cuerpos agitándose.
Gargantas a punto de rajarse
y muslos teñidos con té.
La fe está en el aceitoso ritmo del amor,
un paseo molecular a la locura.
Jinetes en el horizonte
cabalgando desde los tiempos perdidos,
lamiendo los diamantes del atardecer.
El sonido de miles de pies
galopando hacia el deseo.
Llega la lluvia de las uñas
que escribirán
las espaldas.

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