Con la piel brillante de extrañas criaturas muertas al sol, comienzan las ceremonias de
la sal. Oscuras plumas se deslizan en el viento, cuando el amanecer se bebe la luna roja
de un solo trago.
La sangre recorre los istmos del sexo. Una prisión cálida se eleva desde las sabanas.
¿Cuando llegará nuestro tiempo, el tiempo de las serpientes emplumadas? ¿Cuando será
el tiempo de la lluvia en la frontera?
Aguacero de verano, líquido frío y gris sobre la ciudad, barro e incienso. El delta de
la vida fotocopiada inunda la dorada tierra del trigo. Las tropas de la esperanza roja
se apantanan y viajamos lejos, a la estepa para visitar al Zar.
Tormenta
Trueno
y fiebre.
La casta de hombres santos nos deleita más que los aburridos profesores del cinto del
caos y que los proleprofetas. Su miedo al reloj les impide perder los pantalones y se babean
con tronos herrumbrados. Su poder sería solo una nueva broma, la del incestuoso reino
de la masturbación vegetal.
Canciones en el borde lluvia.
Remedios para la peste, terrores que escapan a nuestras uñas.
¿Cuando será nuestra hora?,
la de las oscuras plumas y del sueño de los ofidios.
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