domingo, 7 de febrero de 2010

Sonidos de Ekaterimburgo

Con la piel brillante de extrañas criaturas muertas al sol, comienzan las ceremonias de

la sal. Oscuras plumas se deslizan en el viento, cuando el amanecer se bebe la luna roja

de un solo trago.

La sangre recorre los istmos del sexo. Una prisión cálida se eleva desde las sabanas.

¿Cuando llegará nuestro tiempo, el tiempo de las serpientes emplumadas? ¿Cuando será

el tiempo de la lluvia en la frontera?

Aguacero de verano, líquido frío y gris sobre la ciudad, barro e incienso. El delta de

la vida fotocopiada inunda la dorada tierra del trigo. Las tropas de la esperanza roja

se apantanan y viajamos lejos, a la estepa para visitar al Zar.

Tormenta

Trueno

y fiebre.

La casta de hombres santos nos deleita más que los aburridos profesores del cinto del

caos y que los proleprofetas. Su miedo al reloj les impide perder los pantalones y se babean

con tronos herrumbrados. Su poder sería solo una nueva broma, la del incestuoso reino

de la masturbación vegetal.

Canciones en el borde lluvia.

Remedios para la peste, terrores que escapan a nuestras uñas.

¿Cuando será nuestra hora?,

la de las oscuras plumas y del sueño de los ofidios.

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