Cierto día, un experimentado explorador descubrió que la
tormenta aún no había pasado. La lluvia estaba presente y las nubes
amenazaban con descargar su furia radioactiva.
Cierta tarde de domingo,
un experimentado explorador se encontró perdido y sin pistas que seguir. La
tecnología no lo ayudaría y quedaría en poder de la suerte, esa suerte que
tiene los dados con números desaparecidos.
Cierta noche lúgubre y maloliente, un experimentado explorador
se sintió abandonado por su espíritu aventurero. El frío recuerdo corrió por su
espalda, convirtiendo en piedra lo que alguna vez fue lava. Esa lava creadora del mundo entero.
Cierto día, este día, la muerte gritó.
—¡¿Quién es el del 17?!
—Soy yo.
—Adelante, lo estábamos esperando.