miércoles, 3 de junio de 2009

In the pendencia



Caprichos de la percepción,
el zumbar de los coches es el oleaje del mar,
el pitar de una sirena es su cantar,
el silencio es el oro de Alí Babá.

El llamado del padre es la excepción,
estar solo pero no en soledad.
Preguntar.
Preguntarse el sentido del sentimiento.

Percepción caprichosa.
¿Que valor tiene esto?
¿Que vale nada? ¿que cuesta todo?
¡Que no cuesta nada! ¡Que vale todo!

Ahora soy consciente de mis pestañas,
soy consciente de todo:
de lugares extraños que son míos,
de que no extraño nada, y es muy raro,
y nada es raro, y nada es extraño.

Todo es nuevo, hasta lo viejo
será que se ha muerto la memoria.

El mundo de alrededor se convierte
en una sutil dependencia,
en el frágil hilo que sustenta
inconscientes, violentas marionetas.

Leyendo lo que no está escrito,
pintando olores en el lienzo,
puedo hacer de lo novedad algo continuo,
como una caprichosa percepción de la memoria

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