sábado, 4 de julio de 2009

Siempre soy un poco niño


Cierta vez, olvidé atarme los cordones.
Desde entonces camino arrastrándolos.
Ensuciándolos por doquier,
deshilachándolos.
Fue un liberación tenerlos desatados,
pero también una incomodidad.

Y a veces añoro caminar sin tropiezos,
sin tener que mirar para abajo cada dos por tres
(seis)
Sin tener que esquivar los charcos,
o las pisadas ajenas.
Y a veces pienso que la libertad cuesta un tropiezo.

Ahora descubrí que el problema no son los cordones,
ni atarlos o llevarlo sueltos.
El problema es el zapato.

Ahora camino descalzo.

3 comentarios:

Paulo dijo...

te guiño el ojo en el post que viene...

Nuriet dijo...

me encanto este

Sirenita dijo...

ke lindo...