viernes, 9 de octubre de 2009

Composición en Gris


Mis días, mecánicos engranajes de repetición. Una jungla
de relojes donde nunca nada sale del dictado vital,
del designio de una voluntad demasiado bien aceitada. Allí, donde detener las ruedas es solo un sueño, donde burlar
a las mentes de redes telefónicas y dedos sin manchas importantes
es un juego de topos. En mis días,
y tal vez en los tuyos,
cientos, miles de horas computables, analizables en rendimientos grises,
días que poco sirven para mostrar al ejército de damas y señores de la platea, que agitan logros en abanicos para quitarse el calor
de la duda.
Y después, a otras horas, los días despachan a los vendedores,
esos risueños lagartos que promocionan gigantes olas borrando toda la mierda,
o a temblorosos y tiernos consejos sobre la calma y la aceptación. Vendedores de souvenires de la infancia,
recuerdos de patios y pájaros,
de olores y manos de abuelas.
Vendedores de amor,
de miradas de niños,
de sus ingeniosas salidas a situaciones
cuya cotidianeidad nos ha esterilizado.
Vendedores de biblias laicas,
de recompensas en la eternidad en la tierra.
Vendedores de líquidos blanqueadores
que quitan cada vez menos sangre
de las camisas. Y sólo devuelven la pureza que los computadores
le roban al blanco,
como el tizne de la ciudad se los roba a las palomas.
No, no es raro
que para sanar se vendan Anti – bióticos.

1 comentario:

Nuriet dijo...

Vendedores de biblias laicas,
de recompensas en la eternidad en la tierra
Excelente!